Australia · Viajes

Sydney: día 33

Domingo 29/5/16:

Hoy me toca entrar a trabajar las 13, así que me levanté a las 11, tranquila, y me hice un desayuno completo, con fruta, yogur, café con leche… el departamento está en silencio por un rato hasta que empiezan a amanecer algunos. (Alba salió anoche con los chicos, así que a ella no la llego a ver, jaja, pero me cuenta después que la pasaron super bien. Fueron a bailar a un lugar donde pasan música latina, me quiero morir que no fui con ellos, tengo unas tremendas ganas de bailar).

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Esperando el colectivo

Me voy para la cervecería otra vez. Y cuando llego, toda sonriente y de buen humor, la manager me mira y me dice seria:

-¿Qué hacés acá?
-Me dijeron que venga a la una anoche, le contesto.
-Uhh, se confundieron.

Y me muestra la hoja con la lista de empleados… y sí, en mi nombre dice claramente que mi hora de ingreso es a las 16. Me pregunta quién me dijo eso, y no me acuerdo los nombres de nadie, todos tienen nombres parecidos, jaja. Así que cuando pasa, se lo señalo. Y al final de toda la charla, como ya estoy ahí, me quedo trabajando.

Para ser mediodía de un domingo hay bastante movimiento. Pero la gente sale a pasear los domingos en todo el mundo. Acá se vende bastante alcohol así que no importa si es sábado, domingo, de día, de noche. Qué manera de facturar este negocio. Me cuentan que los dueños tienen otros cinco o seis locales en esta zona. Restaurantes, bares, boliches. Deben ser millonarios.

Empiezo a hablar con otras chicas que trabajan por acá. Hay una japonesa que es muy buena onda, para nada fría y hablo bastante con ella. Me cuenta que es de Fukuoka, al sur de Japón. También hablo con las alemanas. El chico que está atrás de la barra es de Suecia. Todo un mix cultural. Cuando me doy cuenta, la tarde se pasa volando, hablando con la gente, escuchando buena música… así está bueno venir a trabajar.

A las 18 viene uno de los manager y me dice que me vaya en 15 minutos.
¿Cómo puede ser si ayer trabajé 9 horas casi, que hoy sólo me tengan 5? ¿Justo ahora que es cuando más gente viene?

El problema es que los domingos te tienen que pagar más por hora, un suplemento al básico que nos pagan los otros días… entonces los turnos terminan siendo más cortos. Al final por trabajar menos horas, recibo un poco más de plata. Tampoco es mucho más, pero como sea, ¡es una buena noticia!

Salgo de ahí y son las 18.30, estoy feliz de la vida.
¡Voy a poder ver algo del Vivid Sydney!

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Este festival dura tres semanas y se iluminan una gran cantidad de edificios públicos. Entre ellos, se ilumina el Harbour Bridge (el puente) de todos colores…  y sobre la Opera House se proyectan animaciones. Es hermoso realmente. Está LLENO de gente por todos lados.

Me encuentro con los chicos que están paseando también. Un guardia de seguridad nos invita a subir a la terraza de un edificio. Nos miramos entre todos, nos reímos, entramos, es gratis. No hay casi nadie en ese lugar. Y la vista que tenemos desde ahí arriba es increíble.

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La idea de este festival, más allá de las luces de colores, es traer el arte a las calles… y es una propuesta que se viene haciendo hace unos años, cada año superando al anterior según lo que dice la gente. Además de estas exposiciones al aire libre, también hay charlas con gente muy grosa en lo suyo, artistas, recitales, de todo un poco. Lo más lindo de todo para mi fueron las proyecciones sobre la Opera House, pero está claro que a mí me encanta ese edificio. 🙂

Cuando se hacen las 9 de la noche, el frío se siente bastante y una parte del grupo se vuelve mientras que Camilo y yo nos quedamos un rato más (él acaba de salir de trabajar). Nos tomamos una cerveza camuflada en un vaso de café, ya que no se puede tomar alcohol en la calle. Yo me compro las papas fritas más caras del mundo (8 dólares) pero qué hambre tenía. Ya me había comido un pancho pero se ve que no fue suficiente.

Emprendemos la vuelta a casa cerca de las 10 y pasamos por Martin Place, donde también hay cosas para ver. Aunque haga frío y esté cansada, es lindo estar al fin paseando por la ciudad y poder disfrutar todo.

Termina siendo el cierre de un gran fin de semana.
Aunque ya haya llegado el frío… aunque esté trabajando todos los días ahora… aunque me tenga que poner un vestido de Heidi en la cervecería… sigo estando feliz de estar acá.

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Las luces se prendían cuando pasabas por adelante
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Jugando al Pong en tamaño real (muy divertido)
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Proyecciones sobre un auto

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