Australia · Viajes

Sydney: días 58 y 59

Jueves 23/06/16:

Me levanto a las 9, y después de darme una ducha y desayunar, la acompaño a Alba que tiene que ir a buscar los flyers que repartirá al día siguiente. Ella es team leader así que cada vez que reparte, tiene que pasar por una oficina a retirarlos el día anterior.

Y yo que no tengo nada que hacer, voy con ella.

Vamos paseando tranquilas, mirando vidrieras, nos metemos en un negocio muy lindo que vende todo tipo de cosas para la casa… tazas, platos, jabones, fuentes, cuadros, espejos… de todo. Todas cosas que no compraríamos para el departamento en el que estamos ahora, pero sí las imaginábamos en nuestras respectivas casas. Alba me cuenta de cómo tenía su habitación en Barcelona y hasta que fueron de una revista a tomarle fotografías. Y pienso en mi departamento de Buenos Aires, que estuvo bastante aburrido durante todo estos años, hasta que el año pasado recién empecé a ponerle un poco más de pilas… ya cuando me venía para acá. ¿Qué me costaría hacer más lindo el lugar donde vivía, no?

Después nos metimos en una panadería, donde yo compré hace unos días unos panes rellenos que estaban buenísimos y se los quería mostrar… estuvimos tanto tiempo ahí adentro, que terminamos probando todos los panes que había. Tan así que tuve que comprar algo porque me daba vergüenza salir con las manos vacías. En este local, tienen todos los panes en exhibición, panes dulces y salados, rellenos, con pedacitos de chocolate, con queso, semillas… Y podés probarlos todos, sin ningún problema. Nadie te mira mal ni te dice nada. Comimos tanto que salimos que no podíamos parar de reírnos (y de lo gordas que somos). Las dos coincidimos en que en nuestros países no podría haber tanta mercadería a disposición de los clientes, eso de ir y comer un pedacito de cada uno de los panes que hay, no existe.

Estuvo divertido salir e ir paseando por el centro de la ciudad, venir charlando solas, cosa que hace mucho que no podemos hacer. En el departamento somos muchos y a veces se complica.

Me hace bien levantarme temprano y salir del departamento, porque sino después a la noche cuando vuelvo del restaurant, me quedo en la computadora y me cuelgo, me termino acostando a las dos de la mañana y después si que no puedo arrancar al otro día.

Terminamos la salida almorzando juntas en un bar cerca del departamento.

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Yo después me voy a trabajar… pero con pocas ganas. A veces tengo ganas de quedarme durmiendo todo el día. Pero ahora que compré el pasaje a Fiji, no me puedo dar el lujo de renunciar.

Esa noche en el restaurant pasa sin mayores sobresaltos… otra noche en la que no hay nada para comer y tengo que llegar a casa a las once y media y ponerme a cocinar (para no pasar por McDonald´s y comerme una hamburguesa).

Pero bueno, tanta salida y tanto pan hoy, que me olvidé de avisar que mañana a la noche no vengo a trabajar porque me pusieron en la cervecería: ¡se me superpusieron los trabajos! Por primera vez no me di cuenta que puse que estaba disponible el viernes… en ambos laburos. ¡Qué boluda! Estoy hablando con todas mis compañeras de laburo para que alguien pueda cubrirme, no quiero que haya algún problema y después quedar mal.

..

Viernes 24/06/16:

A las seis y media de la mañana estamos Marlous y yo despiertas. Ella se va a su trabajo, a mí me toca repartir flyers hoy. Caminamos juntas a esa hora de la mañana, que la ciudad todavía está tranquila.

Mi segundo día repartiendo fue muy bueno, no sé si por estar parada en la puerta de un gimnasio estaba motivada por la música o qué, pero los entregué todos muy rápido, me fue mucho más fácil que el otro día. A las 9 de la mañana me junto con mi team leader y concluimos el shift: repartimos 500 volantes en una hora y media.

Genial, 32 dólares adentro.

Cuando termino, se me ocurre ir al supermercado. Me voy para el Coles otra vez. Y tengo una lista mental de lo que tengo que comprar, pero otra vez gasto 40 dólares sin darme cuenta. ¿Y en qué? En boludeces. Pero como quieren que me controle si veo ofertas como estas:

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Las TimTam a 50% de descuento

No sólo me compro Tim Tam, también están de oferta los productos panificados así que me compro medialunas y pancitos con chocolate (dos por cinco dólares) o una torta helada, por ejemplo, cosas totalmente innecesarias (aunque la torta estaba 4 dólares)..

Llego a casa con todas mis compras y vengo pensando en la siesta que voy a dormir hasta la hora de almorzar. Pero basta que apoyo la cabeza en la almohada, que me suena el teléfono. Me llama la manager del restaurant español, necesitan que vaya a reemplazar a alguien que faltó. Pero no en mi restaurant de siempre, sino en el de la esquina, que también es del mismo dueño (del famoso Peter). Este lugar se llama The Wolf y es un poco más lindo que el otro, tiene muchos tragos y etiquetas de vino, es como más canchero.

Así que delibero unos minutos y vuelvo a salir de la cama, con el cuerpo que no me da más del sueño… pero me cambio y me voy a trabajar.

El reemplazo sólo dura dos horas. A pesar que nunca estuve ahí, creo que lo hice bastante bien. Me explicaron los números de las mesas, los platos del menú, algunas cosas como la manera de poner la mesa o donde guardan los vasos. Cada restaurant tiene sus costumbres… en fin, luego de dos horas me liberan y parece que contentos con mi actuación.

Vuelvo a casa, almuerzo, me doy una ducha y ya dispuesta a dormir un poco, antes de entrar a trabajar de nuevo… pero se ponen a limpiar. Hoy justo se ponen a limpiar, a esta hora. Tengo una mala suerte. Creo que no dormí ni 15 minutos. Todos limpian el departamento porque claro, mañana es la inspección.

Así que me termino levantando, ayudo un rato con la limpieza y ya parto para la cervecería. Estas fotos son de la estación Museum del tren/subte, no anda ni el loro a esTa hora.

Ya en la cervecería, siendo viernes y todo, el tiempo no se me pasa mas ahí adentro… no sé si ya estoy re podrida o es simplemente cansancio. No lo sé. Y los peores son los que piden la cuenta a todas las personas que pasan por lado suyo, o los que se cambian de lugar y no avisan… Por suerte a las once me voy.

Paso por el supermercado enfrente a la estación. Todas las noches liquidan los productos frescos. Por la mitad de precio me compro un sandwich de jamón crudo y un Apple Crumble. Un placer llegar a casa y no tener que cocinar… y más feliz aún si la comida la pagaste la mitad.

 

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