Nueva Zelanda · Viajes

Nueva Zelanda: semana 3

Días 14 al 21
Del sábado 30/9 al sábado 7/10

Sábado al mediodía. Le hacen una despedida a Ricardo, el chico español que se va de la casa a la que me mudaré (es quien deja su habitación). Esta semana estuve hablando con él, cerrando el tema del pago y el contrato y me comentó de esta juntada. Me dice que pase a saludar un rato.

No estoy del mejor humor, pero no puedo decirle que no a una juntada en mi futura casa. Además me va a hacer bien ver gente un rato y tomar algo. Cuando llego, golpeo la puerta pero nadie abre, así que entro… Y veo que están todos reunidos en el deck de la casa, de mi futura casa. Me encanta. Todos llevaron algo para comer, están escuchando música, me gusta mucho el ambiente. Yo caigo con mi noticia, la pálida historia del robo de la noche anterior. Me ofrecen dejar mis cosas en la casa hasta el lunes que me mudo, incluso hasta me preguntan si quiero dormir en el sillón hasta el lunes. Les agradezco, pero espero que no haga falta. Son sólo dos noches más y «no creo que entren a robar de nuevo». Todos la están pasando bien, yo estoy una hora y me voy…

Esa mañana me di cuenta que tenía muchas cosas del restaurant para estudiar. No sólo me mandaron el menú por mail, sino que también me mandaron la carta de vinos y tragos, la carta de postres, el manual de procedimientos, el de evacuación del restaurant, etc. No llegué a leer todo. Encima tuve que posta sentarme a estudiar, buscando con el traductor de Google que quieren decir unas cuantas palabras… es un menú medio raro. Nunca escuché hablar de ninguno de estos platos. Y ni hablar de algunas verduras y especias.

Caigo en el restaurant diez minutos antes de la hora indicada, y empieza mi trial.

Primero me siento con la manager, y me hace firmar un formulario eterno donde dice que «el trial es una evaluación que no implica quedar contratado«, que no recibiré ningún tipo de pago, que no puedo contarlo como primer día de trabajo en caso de que se me haga una oferta de trabajo luego, etc. ¡Tremendo como se atajan de todo! Después nos sentamos a leer el menú juntas. Quiere que le diga si tengo dudas. Le confieso que hay mil palabras que tuve que googlear. Se ríe. Empezamos a leer toda la carta. Se da cuenta que algo estudié.

Después pasamos a la cocina. Me va mostrando los platos a medida que van saliendo para los clientes, y voy repasando con ella cuál es cada uno. Me enseña los números de las mesas, donde están los cubiertos, me presenta a todos los que trabajan ahí… Mucha información junta. Después de tres horas, no me acuerdo el nombre de ninguno, pero sí retuve lo importante: toda la comida fue servida en la mesa correcta.

Me hace una devolución genial al final de la noche. Me siento contenta que a pesar de no haber dormido nada y tener una cara tremenda, pude dar lo mejor de mí. Le cuento lo que me pasó en el hostel, no lo puede creer.

Al día siguiente, me escriben del restaurant para hacerme una propuesta de trabajo. Me dicen que cancelarán otros trials que tienen programados si estoy dispuesta a empezar con ellos.

Y obvio que les dije que sí. 🙂

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Mi nuevo lugar de trabajo

Esa noche después del trial, le escribo a Franzie. Tenemos que salir a festejar que me fue bien en el restaurant. Entré que me duché y salí tarde del restaurant, llegamos al mercado cuando ya no hay ningún puesto abierto y nadie nos vende nada para comer… vamos a un bar que se llama Havana, que nos dijeron que tiene rica comida y bueno mojitos. Son las 22.15 y nos dicen que la cocina está cerrada. Ah, y que una banda está tocando, y cobran 10 dólares de entrada. Pegamos media vuelta y nos vamos…

Con un hambre tremendo, terminamos a las 23 en un sucucho que encontramos por internet, un bar que tiene la cocina abierta hasta las 3 am. ¡El único bar de Wellington que parece tener la cocina abierta después de las 10! De ahí nos vamos a una cervecería. También hay una banda tocando y nos quieren cobrar por entrar, pero al final el chico de la puerta nos deja pasar sin pagar… esa noche conocimos a unos chicos que nos terminaron llevando a un karaoke, donde obvio que yo no canté (no le haría eso a la gente, jaja, no quiero que me odien) pero me divertí mucho escuchando al resto.

En los días siguientes es como que todo se acomodó.
Todas cosas lindas empezaron a pasar.

El lunes me mudé a mi casa. A mi propio cuarto. Una de mis compañeras de casa, Sole, me prestó una cama, así hasta que pueda comprarme una, dormiré en esa. También los chicos me prestaron sábanas, almohadas y cubrecamas. En mi cuarto tengo un pequeño placard y un escritorio. Y una vista que me tiene enamorada desde el primer día: de día veo todos los árboles, veo cómo las nubes se van transformando en el cielo, y de noche veo todas las luces que se empiezan a prender en las casas sobre la colina y cómo el cielo se va oscureciendo. Me encanta.

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La vista de mi cuarto

Ese lunes estuve en remera por primera vez. Fue un día espectacular, de un cielo celeste y un sol increíble. Con Franzi y un chico del hostel amigo suyo nos tomamos una cerveza enfrente a la bahía. Un lunes, a las 4 de la tarde. Esa libertad de no tener trabajo y poder aprovechar al máximo los momentos de sol… pronto estaré trabajando y ya no voy a tener tanto tiempo libre.

También hoy me fui al supermercado por primera vez a hacer una compra como la gente. Viviendo en un hostel los primeros días, compraba muy poco y comía afuera la mayoría del tiempo… Ahora sí puedo cocinar tranquila y tengo espacio para guardar mis cosas. Hay dos heladeras en la casa y somos cuatro personas… o sea, comparto la heladera con una persona más, mientras que en Australia teníamos una para ocho, jaja.  Ni queriendo la podré llenar: quise comprar algunas cosas nomás, básicas, y me gasté como 50 dólares. Otra vez a controlarse con los gastos, como en Australia… Es que entrás y te querés llevar todo. Y no es taaaaan barato tampoco.

Fui al restaurant a firmar el contrato. Siete hojas tiene. ¡Siete! En mi vida tuve un contrato tan largo. Me lo llevo a casa para leerlo tranquila. Está todo explicado, todo. El tema de las horas extras, de las responsabilidades, las vacaciones, el pago (semanal)… Me sorprende el nivel de organización que tienen. ¿Será así en general en Nueva Zelanda o es este lugar nada más?

Mientras tanto, yo aprovecho los días de sol y me voy a caminar… No puedo creer que estoy viviendo a 15 minutos caminando de la playa y que desde mi ventana puedo ver el bosque y a Mount Victoria. Empiezo a subir por uno de esos caminos en el medio de los árboles, llego hasta el mirador… Como amo estas vistas. No puedo creer dónde estoy viviendo.

El jueves a la noche les hago empanadas a mis compañeros de casa. Las había prometido si me llegaban a elegir para vivir con ellos. El irlandés nunca las había probado, le gustaron. A las chicas también les gustaron.

El viernes voy a un bar a ver el partido de Argentina contra Perú por las eliminatorias del mundial. Caigo sola, me encuentro con un chico que estaba el sábado en mi casa, en la despedida de Ricardo. Empatamos 0-0. El bar está buenísimo, tiene unos sillones que están geniales y un montón de pantallas gigantes. Pero a es bar no vuelvo más, jaja.

Ese fin de semana salimos con Franzie, vamos a un bar que queda en una terraza desde donde se ve toda la ciudad desde arriba… Cada vez me gusta más esta ciudad. Esa noche terminamos yendo de bar en bar, buscando el lugar que tenga la mejor música, hasta que se hicieron las 3 de la mañana. Y un taxi me dejó en mi casa. Mañana es domingo y es mi último día libre antes de empezar a trabajar. Estoy disfrutando mucho vivir en esta ciudad.

 

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